Qué podría decir de esta pareja que no haya dicho ya… Son mi familia, sí, pero eso no quita para que, como en cada postboda, exprima a tope mi cámara y dé lo mejor de mí mismo.
Un lugar mágico, una pareja de ensueño y la tranquilidad de estar con la familia es una mezcla de la que nada puede salir mal en una postboda en el Pirineo.
Y así fue, un fin de semana de fotografía, risas, juegos, naturaleza, música y gastronomía que quedará en el recuerdo nuestro y en el legado de nuestros seres queridos.
Si buscáis un lugar increíble en el Pirineo Aragonés, no dudéis en visitar Benasque.
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